Lo que no debe ser visto I. 2017, Avilés, performance. Silla, pañuelo serigrafiado.
Lo que no debe ser visto I es la primera de tres performances alrededor de las grietas de la masculinidad hegemónica. En esta acción intento explicar al público las razones por las que quiero llorar, sin embargo el llanto constante me lo impide. El pañuelo que usa para secarse las lágrimas está serigrafiado con estas mismas razones. Puedes ver la performance en vídeo aquí.
Lo que no debe ser visto II. 2018, Salamanca, performance en colaboración con Alberto Martín Amat.
En lo que no debe ser visto II trato de realizar un striptease al público mientras caigo al suelo constantemente. Poco a poco voy perdiendo energía con cada golpe hasta que la performance acaba cuándo no me puedo levantar. Toda la acción es realizada al ritmo de una guitarra eléctrica distorsionada tocada por Alberto Martín Amat. Puedes ver la performance en vídeo aquí.
Lo que no debe ser visto III (Ejercicios de pornificación). 2018, fotografía digital.
En la tercera parte de Lo que no debe ser visto, el artista trata de fotografiar su propio ano mientras defeca. El ano, el ojo y la pantalla se confunden en un ejercicio de autoporno.